viernes, 18 de noviembre de 2011

Mi pequeño relato fantástico

Este cuento que estaría dentro de lo fantástico, lo escribí para participar de un sorteo.Tuve que esperar que se diera el fallo del concurso para compartirlo.Aunque no gané el concurso le tome cariño a mi breve historia que nació sólo para cumplir el requisito necesario para anotarme, pero me di cuenta, después de realizarlo , la gran influencia que tengo de mis raíces latino-sudamericana.
Así que estoy bastante conforme con el cuento, a pesar de que hubiese querido que se me ocurriese otro nombre para personaje principal, fue el apuro por enviarlo en fecha.
 Sin agregar otra observación queda presentado mi relato.


Los pájaros


Jamil estaba ocupado lanzando piedras al lago, no se dio cuenta que su hermana de cinco años, había subido por el estrecho camino hasta el altar dedicado a  los espíritus del bosque.
La niña observó maravillada  las flores que estaban sembradas alrededor de una roca. Una piedra bastante grande de forma oval que representaba la unión entre los aldeanos y el bosque. 
Curiosa y osada como todo niño arrancó varias flores formando un ramo. Inmediatamente sus manitos se pusieron rojas y un sarpullido comenzó a extenderse por su cuerpo.

-¡Ay, Ay me duele!-gritó la pequeña.

Jamil subió enseguida por el sendero. ¿Qué sucedía? No había ningún animal cerca que pudiese haberla atacado, pero algo andaba mal, la niña estaba llena de puntos rojos. Los puntos crecían en su carita en número y tamaño.
 Jamil muy asustado llevó a su hermana en brazos de regreso a la aldea. La madre de los niños desesperada llamó al hechicero. El médico brujo se ocupaba de la salud de todos los habitantes.
Consumida por la fiebre la niñita apenas podía hablar. Su estado era muy grave. Finalmente el hechicero comprendió lo sucedido, ella había arrancado las flores del altar sagrado.

-¡Tú Jamil debes ayudarla! si amas a tu hermana traerás su sanación

-¿Qué debo hacer?- dijo el hermano mayor, aceptando con firmeza su obligación.

- Tres plumas azules de los pájaros que hacen su nido en la colina de plata, ayudaran a terminar con los efectos. Las flores que ella cortó pertenecen al altar. Ahora debemos ofrecer una disculpa y las plumas servirán.

Jamil suspiró satisfecho. Era una tarea sencilla y conocía bien el camino para llegar hasta aquel lugar, subía a menudo a jugar con sus amigos. No le seria difícil conseguir algunas plumas, siempre había muchas tiradas en el suelo.



Llegó al sitio indicado y se puso a juntar rápidamente las plumas. De pronto, escuchó unas voces :

- ¿Qué haces?, ¿Qué haces?, ¿Qué haces? – varias vocecitas lo interrogaban al unísono.

Miró hacia arriba, era un enorme grupo de pájaros azules quienes le hablaban.

-Me llevo algunas plumas para curar a mi hermana- les avisó- es pequeña y sufre mucho.

-Esas no sirven, esas no sirven, esas no sirven-exclamaron, repitiendo la sentencia.

-¿Por qué?-preguntó el niño.

-Deben ser arrancadas de un ala, deben ser arrancadas de un ala, deben ser arrancadas de un ala.

Chillaron todos juntos la respuesta.

-Por favor-rogó Jamil sin dejar de mirar hacia los árboles-permitan que les arranque unas plumas sino mi hermanita morirá.

-Debes hacer algo para conseguirlas, debes hacer algo para conseguirlas, debes hacer algo para conseguirlas-le dijeron.

-¡Díganme que debo hacer!-gritó desesperado.

-Salta desde el borde, salta desde el borde, salta desde el borde.

La colina tenia una sector bajo de fácil acceso, pero terminaba con un borde que daba hacia un acantilado de muchos metros de altura. La vista era maravillosa, se veía cruzar el brazo del río que dividía el bosque. Saltar era peligroso. La altura no permitía alcanzar las aguas con vida.

-¡Me mataré si salto!- les contestó Jamil.

-No, no, no-respondieron las aves azules en coro.

-¿Lo prometen?

-Si, si, si, si-contestaron  al unísono.

Jamil cerró los ojos,retrocedió unos pasos. Empezó a correr y saltó.
Mientras caía murmuraba con los ojos cerrados...

-Hermanita, hermanita, hermanita.

Una suave ráfaga de viento lo despertó. Abrió los ojos. Estaba bien. 
Se sentía bien.
Regresó a su hogar, a la pequeña aldea donde vivía y cruzó la puerta de su casa feliz de ayudar a su hermanita. Jamil se le acercó eufórico a la cama donde ella descansaba, diciendo:

-Te curarás, te curarás, te curarás.

El hechicero al verlo, sonrió.

-Bien hecho Jamil. Tu hermana sanará gracias a ti.

Entonces el hechicero se subió ambas mangas de la túnica y con fuerza arrancó tres plumas del ala derecha de Jamil.



Fin


Autor: MenteImperfecta © 2011  Adriana Cloudy 
Todos los derechos reservados.

3 comentarios:

Laura dijo...

El final me a dejado flipando...!
:D

Elizabeth Mars dijo...

Preciosa historia :D

mientrasleo dijo...

Precioso final para una historia muy bien llevada.
Tengo que buscar el vídeo que colgaste en tu blog relacionado con Necronomicón.
Besos