sábado, 22 de agosto de 2015

VELIKA Una madre capitulo 1 ( séptima parte)



Velika

Capitulo 1

Una madre
( séptima parte)


Esos niños nunca regresaban a su hogar. Atraídos con falsas promesas, de un trabajo generosamente remunerado, fueron trasladados a la residencia del aristócrata para ser sacrificados. Se conocían varias historias espeluznantes acerca del sometimiento que sufrían los pobres; cualquier acto inmoral se le permitía a los poderosos, y en este caso, nadie sospechaba el destino fatal de esos niños. El padre de Irina aceptando que Dios ya había condenado a toda su familia y cansado de tanto horror, comenzó a sentirse deseoso de librarse de su hija. Confesó a mi marido, las atrocidades  que estaban ocurriendo y aseguró, que estaba dispuesto a terminar con todo. Entregaría a su hija para que fuese destruido el mal que vivía en ella.
Nikolai se opuso a semejante empresa. Si la descubrían seria sentenciada a muerte, se le debía piedad al inocente que albergaba en su vientre.Le recomendó, a ese padre desesperado, mantener encerrada a Irina. Mantenerla lejos de cualquier ser humano hasta que naciera su nieto. Cuidada por una criada de confianza que tomaría los recaudos necesarios, para que no escapara.
La joven Irina, frágil, lánguida y angelical había desaparecido, en su lugar quedaba una bestia, con la fuerza suficiente para derribar a dos hombres y esa bestia no soportó la abstinencia.





Mi marido mantenía vivo en su memoria, cada paso que dio por aquella residencia hasta encontrarse con Irina.

- Rupert detuvo el carruaje en la entrada de la mansión, enseguida notamos las puertas principales abiertas. Una de ellas era azotada por el viento sin llegar a cerrarse...todo permanecía a oscuras.  Cuando subimos las escaleras encontramos a uno de los sirvientes; bocabajo tirado en el suelo...muerto, su pierna no permitía que se cerrara la puerta.

Nikolai no pudo saber exactamente qué desencadenó esa noche fatal. Él y Rupert reclamaron a gritos la presencia de algún miembro de la casa, antes de decidirse a recorrer los cuartos uno por uno. En cada estancia hallaron un muerto. A las victimas les habían arrancado las orejas, o los dedos de la mano. Parecía que intentaron defenderse, al menos eso indicaban los vidrios rotos y objetos tirados, pero fueron rodeados y perseguidos como una presa indefensa. Cadáveres grises totalmente desangrados con los ojos blancos y los labios resquebrajados, era todo lo que quedaba.
Y entonces, comenzó a comprender que no había sido la venganza de los  campesinos por las muertes de sus hijos sino, el hambre de Irina.
 A la madre de la joven la hallaron sentada en el invernadero, sobre su regazo, todavía conservaba su trabajo de bordado; sus ojos estaban cerrados y en su cara una leve sonrisa en un gesto de serena abnegación hacía pensar que por fin se sentía en paz. En su cuello, como en los demás, asomaban dos profundos y pequeños agujeros similares la mordida de un animal.

- ¡Helena, yo fui el culpable! ¡Yo obligué al padre de Irina a encerrarla como si ella fuera simplemente una loca histérica! ¡Debí llevármela a un hospicio lejos de todos, hasta que naciera el bebé! Y a pesar de las muertes del que era testigo, no quise hacerlo...

Nunca he visto llorar al doctor Gusev delante de mí, ni cuando tuvimos la pena de los abortos ni cuando murió algún paciente con el que se había encariñado. Pero esa mañana, el llanto desgarró su espíritu. La culpa se había instalado profundamente en su corazón y temía que yo me horrorizara de sus acciones y lo abandonara.




- Primero creí que Irina se había escapado, y de pronto escuché una voz que cantaba... era ella.
Subí al primer piso, me guiaba su voz. La voz de una chica que alguna vez conocí como una gran amiga y como una hija devota. Tarareaba una canción que me atrajo a la biblioteca... ahí estaba, sumamente tranquila, sentada en el suelo, acariciando su vientre y al lado se hallaba su padre. Muerto, también y pude notar que ni siquiera intentó detenerla. Voluntariamente se había entregado a su hija, sus penas terminaron gracias a una profunda mordida en la yugular.

Irina, demasiado satisfecha, no pareció interesarse en atacar a mi esposo y el cochero. Nikolai  la tomó en sus brazos, salió con ella de la casa y la ocultó en nuestro carruaje. Junto con Rupert, siempre obediente a su patrón, la trasladaron directamente al pueblo que yo visité para dejarla bajo la tutela de Inga.
¿Por qué encubrir a una asesina? Porque al revisarla, para verificar si estaba consciente,  el niño se movió en su vientre. Tanto deseábamos ser padres ¿cómo iba a condenar a la criatura?, ¿acaso ese niño tenia que cargar en su conciencia semejantes sucesos por el resto de su vida?
La pequeña patadita lo obligó a desistir de informar a las autoridades, y de esa forma, se convirtió en el cómplice de un demonio. Los únicos que conocen el destino de aquellas personas son mi esposo, Rupert, y el tío abuelo de Velika que tuvo que encargarse de los funerales, y ahora yo.

 El único sobreviviente de la familia de Irina, luego de saber que Velika había nacido, consideró que la niña era una forma de ser perdonado por Dios. Lamentablemente la mirada de Dios no fue totalmente favorable, y ahora veía a la pequeña como la cosecha de un pecado irreparable.

- Helena, mi amor, no temas. Te prometo que nadie le hará daño a Velika.

- ¿Crees que ella algún día se comporte en forma violenta?

- Es nuestra hija, la amamos y ella nos ama- aseguró mi esposo con la mirada velada por las lágrimas-. Con paciencia y estando juntos podremos superar lo que sea.


Los hechos narrados por Nikolai se sumaron a los que me había contado Inga. Probablemente los campesinos después de nacer Velika la habían estacado. Me estremecí recordando el cadáver que reposaba en la cripta ¿Cómo pudo Inga contenerla todos esos días? Con sangre humana, como dijo Duscha, ellos necesitan sangre humana.
Mi voz temblaba cuando hice referencia al incidente ocurrido con la maestra.

- Duscha la alimentaba con su sangre.

Nikolai enarcó una ceja, sacudió despacio la cabeza tratando de aclarar sus ideas y enseguida me increpó gravemente:

- Helena, le diste una paliza a esa mujer por un motivo absurdo. Duscha solo lo dijo para molestarte.

- ¡Ella estaba llena de marcas!- no podía entender porque la defendía -¡Tendrías que ver lo complacida que estaba, viendo como Velika mordía ese animalito!

- Duscha se ha ido y prefiero que no hablemos más del asunto.

Antes de salir de la habitación agregó.

- Eres su madre tienes la obligación de cuidarla y de conocer todas sus necesidades.





Continuará...


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VELIKA  2015 Argentina © Autor: Adriana Cloudy Todos los derechos reservados


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